La segunda revolución industrial tuvo lugar entre 1870 y 1914 y consistió en una nueva ola de cambios en la fabricación de productos impulsada por el aumento continuo de la demanda, las nuevas fuentes de energía como la electricidad y el petróleo, los nuevos inventos en comunicaciones, transporte y otros sectores, y las nuevas formas de organización de la producción y las empresas. Estos cambios consolidaron el capitalismo industrial y llevaron a un extraordinario desarrollo del comercio internacional, con el Reino Unido cediendo su ventaja inicial a potencias