El arte romano se desarrolló a partir de influencias etruscas y helenísticas. La arquitectura romana se caracterizó por ser funcional y monumental, destacando obras públicas como acueductos, calzadas, puentes y anfiteatros. Las ciudades romanas se organizaban en torno a calles principales y foros, y contaban con edificios como termas, teatros y anfiteatros. El arte romano estuvo al servicio del estado y tuvo un fuerte carácter propagandístico.