La escultura egipcia tenía fines religiosos y funerarios. Se caracterizaba por representar a los dioses y al faraón de forma hierática e idealizada siguiendo convencionalismos estéticos, así como escenas de la vida cotidiana para acompañar al difunto. El artista seguía estrictamente las normas establecidas por el poder para garantizar la inmortalidad a través de la eternidad de las formas.