El documento describe cómo en las décadas de 1980 y 1990, la existencia del "otro" se volvió determinante para el arte, haciendo necesario reconocer a artistas de culturas colonizadas y minorías. Esto llevó a estrategias para promover tanto un nuevo internacionalismo desde una perspectiva global como la preservación de las diferencias culturales. Algunos enfoques resaltaron la otredad a partir de criterios occidentales, mientras que bienales como la de La Habana en 1984 buscaron articular culturas desde las periferias y diluir fronteras cultural