El arte egipcio se desarrolló a lo largo de más de 3.000 años y se caracterizó por su monumentalidad, homogeneidad y énfasis en la eternidad. La arquitectura incluyó pirámides, templos y tumbas que simbolizaban el poder del faraón. La escultura exenta representaba figuras de forma hierática e idealizada. La pintura y el relieve se usaron para decorar edificios con escenas religiosas y naturalistas que recreaban la vida eterna.