El documento discute la importancia de una pedagogía crítica para la formación ciudadana y el desarrollo local. Propone que la educación popular debe empoderar a los ciudadanos y sectores oprimidos, reconociendo sus derechos y capacitándolos para transformar su realidad a través de la organización y la incidencia política. Asimismo, enfatiza la necesidad de crear nuevos conocimientos basados en la experiencia de los pueblos y de promover un paradigma educativo alternativo al neoliberalismo.