La Constitución de 2008 reconoce al Ecuador como un Estado de derechos que pone al ser humano en el centro del desarrollo. Establece garantías constitucionales para hacer cumplir los derechos de las personas y la naturaleza. Además, propone alcanzar el Buen Vivir a través de la satisfacción de necesidades básicas y una vida digna en armonía con otras personas y la naturaleza.